lunes, 8 de enero de 2018

País portátil - Adriano González León



El personaje central debe cumplir una acción política importante y para ello atraviesa la ciudad. Un viaje urbano que dura una tarde y parte de la noche, se convierte para él en una especia de alucinante pesadilla, en la cual flotan las circunstancias de su pasado inmediato y las sensaciones remotas de su pasado regional, tan remotas que en su regreso memorioso a la vieja casa familiar se abarca casi un deslumbramiento que va hasta los orígenes históricos. El conflicto está a flor de piel: en la situación precisa de ser actor y espectador al mismo tiempo de la violencia caraqueña de los últimos años. Pero también radica en el enfrentamiento de un orden feudal brumoso y de una herencia cultural pavorosa, con el desquiciante paisaje metropolitano.





Título: País portátil.
Autor: Adriano González León.
Año de publicación original: 1968.
Año de publicación de la presente edición: 1983
Edición: Seix Barral.
Páginas: 278.
Género: Drama político.



A mitad del año pasado alguien me recomendó este título, me lo promocionó tantas veces que comencé a buscarlo sin que me interesara mucho. Hasta que luego de una búsqueda como de tres meses lo encontré muy económico en una librería de libros usados. Lo guardé para su futura lectura, de eso ya hace casi un año si no me equivoco.


En esta novela se cuenta la historia Andrés Barazarte, un joven que de un momento a otro se ve inmiscuido, al principio sin querer y luego queriendo, en acciones políticas para demostrar el descontento que presentan contra el gobierno que viven. Pero no solo se cuenta ese presente, sino que la historia de Andrés se va alternando con otras dos historias del pasado que a final de cuentas se unen con su presente. En esos pasados también han ocurrido cosas que ligeramente han influenciado las acciones de esa actualidad de Andrés.


Después de uno o dos meses de haberlo comprado intenté leerlo, sin lograr pasar de la página 85 (que apenas es el final de la primera parte). Supuse no era el momento de su lectura. Otros meses pasaron y lo intenté otra vez, logrando el mismo resultado. Finalmente lo descarté y casi salgo de él, hasta que en estos días me lo encontré en la biblioteca y bueno, le quise dar una tercera y última oportunidad: pude terminarlo.

La considero una novela que no es tan fácil de llevarle el seguimiento de todas las historias alternadas. Pero a pesar de ello conserva unas acciones que se van contando con bastante destreza y prosa poética. Sin tanta necesidad de señalar quiénes hablan, sino que deja al lector adentrarse y que sea éste quien identifique todo lo que va sucediendo con los hechos y nombres que alumbran poco a poco.

Es bastante corta y se lee rápido. Había capítulos en los que me atrapaba bastante, que no me despegaba, pero habían otros en los que todo iba en letanía y me confundía con toda la historia hasta que volvía el equilibrio y seguía todo. Esa fue el ciclo durante toda la lectura de la novela.

Novela experimental que está llena de drama político y cuenta la situación de una Venezuela sumergida en una dictadura en la que muchos no pueden hacer nada y otros quieren hacer pero necesitan sumar gente. Está llena de bastante realismo social y político, nada alejado de la actual realidad. Es como si Adriano contra el presente que vivimos con un ambiente del pasado, pero sabemos que estas historias se repiten en muchos gobiernos y la historia es la misma.


Andrés Barazarte: Es el protagonista de la novela. Es el joven aparentemente inocente que no sabe nada de lo que pasa y que se quiere mantener alejado de todo. Luego notando lo que sucede decide meterse de lleno con las acciones políticas.

Eduardo: Es un antiguo conocido de Andrés. Coinciden, después de mucho tiempo, en una manifestación y de ahí en adelante estarán unidos para cometer más acciones para defender la libertad de un país.

Jaramillo: Es un sastre colombiano que vive en Caracas desde hace mucho tiempo. No le gusta estar tan metido en la política. Sin embargo sus leves acciones dicen lo contrario.
Dalia: Es una joven mujer que resalta entre los del grupo político. Es sensual y muy astuta.

Papá Salvador: Un anciano que le queda poca vida, tiene todos los dolores del mundo pero entre sus momentos recuerda todos los inconvenientes que tuvo cuando el gobierno le quería expropiar un terreno.

León Perfecto: Su nieto, quien lo juzga a través de recuerdos por haberse dejado por el gobierno.



La novela está dividida en 5 partes, que su vez tiene sus divisiones, no por capítulos simplemente separadas por un espaciado. Esto da la señal que las siguientes líneas que se leerán son otras de las historias alternadas: una de las tres. Esto hace un poco difícil llevarle el entendimiento a toda la novela, sin embargo, si uno se centra puede avanzar, con un poco de pérdida, pero se avanza.


Bastante sencilla. Se nota que León era bastante cuidadoso con su escritura, en cuanto a saber las palabras exactas a usar. Algo entre cómico y resaltante en la novela es que tiene muchas onomatopeyas y diálogos corridos separados por puntos o comas, al estilo de escritura de Saramago, eso no es difícil de comprender. A pesar de todo eso el texto tiene calidad y captura la esencia luchadora política del venezolano.


Una edición a la que le tengo completa confianza. Hasta los momentos no he encontrado algún título que en esta edición tenga algún error. Y sí los llegara a tener serían mínimos y comprensible. Tiene un muy buen espaciado y tamaño de letra lo que ayuda a leer rápido cada segmento.



Por tantos intentos en querer leerlo pensé que esta tercera vez, aunque terminada, no me gustaría y sería una de esas novelas que odiaría, pero no. Es una novela entretenida, captura realismo. Aunque tenga todo eso que ayuda a mantener y avanzar con la lectura, no es un título que me agrade del todo, es decir, no me gustó completamente pero tampoco me disgusto.

Sinceramente no sería un título que le recomendaría a cualquiera, a menos que ése lector esté acostumbrado ya a leer novelas con ediciones de textos experimentales y vanguardistas y más con una temática como lo es la lucha política y social.


Lo bueno: León ha sabido con bastante inteligencia encerrar esa esencia por la que el venezolano ha pasado durante varios gobiernos (pasados, actuales y quién sabe si futuros), hace sentir al lector esa impotencia de la sociedad hacia el gobierno, esos trasfondos político-históricos que han golpeado una y otra vez un rico país. Realismo puro.

Lo malo: Eso de que esté separado entre segmentos hace lenta la lectura, porque da saltos inesperadamente. Entiendo que es un estilo de escritura, pero simplemente no es de mi total agrado. Me hizo difícil llevarle el hilo. Por otra parte hay capítulos buenos pero muy llenos de exagerado lenguaje poético, lo que atrae pero también cansa en una novela de avance rápido.


5/5



Adriano González León nació en Valera, Venezuela, en 1931. Su carrera literaria ha estado unida al proceso de renovación estética representado por grupos como “Sardio” y “El techo de la ballena”. Ha publicado los libros de relatos: Las hogueras más altas (1959), Asfalto-infierno (1962) y Hombre que daba sed (1967). País portátil, su primera novela, obtuvo en 1968 el premio Biblioteca Breve


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