“Las miradas del pueblo nos
acompañaban con curiosidad escrutando con inquietud nuestros vaivenes”.
Ficha
del libro:
Título: Q-entero.
Autor: Víctor Quintero
Páginas: 158
Editorial: Fundación editorial el perro
y la rana.
Fecha de publicación original: 2008.
Sobre
el autor:
Victor Manuel Quintero
(Caracas, 1935). Arquitecto, escritor, escultor y periodista. Egresado de la
UCV y la ULA, con un postgrado en el CIUD (Centro Interdisciplinario de
Desarrollo Urbano, Santiago de Chile).
Reseña
¿Cómo
obtuve el libro?
Aproximadamente hace
año y medio (sí, aún lo recuerdo), caminando, como siempre, en pleno centro de
la ciudad de Barquisimeto decidí ir a la Librería del Sur y allí recuerdo que
revisé y revisé. Tengo una atracción por los relatos y cuentos, cuando tomé
este pensé un poco y finalmente lo compré.
Contenido:
Consta de 67 breves
relatos distribuidos en 8 partes:
I. De la tierra.
II. De la una.
III. De novias.
IV. Del tiempo.
V. Cuentos de la casa.
VI. Las muñecas de real
y medio.
VII. Prestigios.
VIII. Travesuras.
Sinopsis:
Q-entero
reúne una serie de relatos cortos, construidos dentro de la picardía y la
constante referencia al hecho cotidiano. Desarrollados bajo una estética
novedosa, donde la parodia y la experimentación narrativa nos trasladan a
cualquier esquina de una muy visible ciudad, en la que los personajes arman
entre diálogos y vivencias personales una visión particular sobre la vida y la
muerte. Muchos de ellos son recursos sobre hechos increíbles, como la historia
de una pareja de muñecos que deciden casarse y disfrutar de su luna de miel o
la aparición en un pueblo donde nadie se conoce. Convirtiendo la línea de la
realidad y la ficción en una brecha por donde se escapa el cuento irreverente y
su narración breve.
Opinión:
Hay
algo que he aprendido de hace más de un año para acá y es no despreciar toda la
literatura que ha crecido en mí país (Venezuela). Así como muchas escrituras:
existen las muy buenas, buenas y no tan buenas. Y con este autor
fue una sorpresa al leer cada relato breve que no pasa de página y media.
Me
sorprendió con su escritura sutil y bastante fluida. Cada relato te traslada
cualquier hecho cotidiano del país: una reunión de amigos, un trabajo, un bar,
una casa común y te muestra personalidades como el hablachento (persona que
habla y exagera las cosas), el mentiroso o romántico. La jerga e improperios
que representan al venezolano se cuelan con cada relato.
Con
su lectura recordé a la escritura de Gabriel García Márquez (a quien de hecho
nombra en un relato con una lista de escritores y él colombiano la encabeza,
ahí supuse que su escritura le habrá inspirado en la propia), ya que refleja un ligero humor entre diálogos y a
pesar de que son breves sorprende con algunos finales. Yo me reí con la mayoría
de ellos, son situaciones que hemos vivido o escuchado de alguien cercano, que
al contarse desde una forma literaria se encapsula ese humor vivido. Lo
fantástico también se hace ver, como lo dice la sinopsis, a través de un par de
muñecos con sus propias situaciones bizarras.
Hace
varios meses, cuando ni siquiera pensaba leerlo, estuve a punto de dejarlo en
un trueque: menos mal que no. Lo disfruté bastante y se puede leer al azar, son
relatos muy breves e independientes. Entre los que me gustaron están: La
viejita de las mesas, El helicóptero, Las asas del zar, Alquiler de Goyito, De
vaina, Autollamadas y Dedicatorias, que se los dejo aquí:
Dedicatorias:
(Relato breve de Q-entero)
Al
alcance de la mano, dejaba como sin querer queriendo, conocidos libros. La hojarasca, Gabriel García Márquez. El
curioso visitante lo tomaba, lo abría, y en la página titular una garabateada
dedicatoria que decía:
Víctor,
mil gracias por enriquecer mi obra con nuestras tertulias literarias.
Firmaba:
El Gabo.
Boca
chica. Cartagena. 1983. Una noche de tragos con Drake y Morgan.
Los pequeños seres,
Salvador Garmendia, También con su dedicatoria:
Al
arquitecto que me llevó de la mano por los secretos de la ciudad.
Salvador
Garmendia. Repíteme el trago por “real y medio” 07/09/1979.
Hasta
aquí la echonería causaba sus efectos y los visitantes cerraban los libros y me
miraban como con más respeto.
Pero, lo que sí no se tragaron nunca, fue la
dedicatoria con que premié aquella noche, pasado de tragos:
Hamlet.
William Shakespeare.
Dedicatoria:
Vic.
How lovely, you are… Willy.
Piccadilly Circus Pub. London
28/12/1984.
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