viernes, 23 de abril de 2021

Beso Mortal - Capítulo 6

Obra de George Frederic Watts, 1872.


Capítulo 6


El embarazo avanzó y mi cuerpo también creció con él. Los malestares no se hicieron esperar como el dolor en la espalda que era nuevo para mí, las náuseas en cualquier momento, la incomodidad y susceptibilidad eran el pan de cada día. Eventualidades a las que una madre debe someterse por completo amor, no como era mi caso, por empezar yo ni siquiera me quería casar pero ya debía seguir forjando una vida marital, así como había aceptado que venía un bebé.


Durante los tres primeros meses Paolo tomó distancia. Una parte de mí se alegraba porque me evitaría problemas con Gianciotto y mi reputación se mantendría, por otra deseé no salir embarazada para que se hubiera atrevido a más aunque estaba consciente que todo eso estaría mal. Cada vez que estos pensamientos me atacaban mi mirada se iba tan lejos que dejaba de oír lo que me decían, de percibir el mundo total, hasta que alguien, en especial Gianciotto, me tocaba el hombro y me hacía regresar de ese mundo ensoñador donde tal vez yo pude haber sido feliz con otro hombre de la misma sangre. Gianciotto llegó a pensar que había hecho algo malo contra Paolo porque ya no nos visitaba con la misma frecuencia. Si hubiera sabido que sí, que lo único malo había sido consumar su matrimonio y haber dejado su semilla en mi interior. En esos primeros meses pude conocer mejor a su esposa de la que me había hablado, una mujer bastante agradable que ya había pasado por lo que yo vivía, pues Orabile ya le había dado hijos a Paolo, a veces los cargaba con ella y se disculpaba por la ausencia de Paolo el cual, decía ella, estaba extrañamente de mal humor.


Hasta ese momento yo no lo conocía todavía bien, si ese era su carácter común con ella o era causado por haberse alejado de las visitas que me hacía. ¿Qué le decía él a Orabile cuando venía hasta aquí tan seguido?. Aunque se había distanciado físicamente, sus cartas comenzaron a aparecer en privado. Yo me encerraba y las leía con rapidez para deshacerme de ellas por mucho que las deseaba conservar. Me halagaba infinitamente, me anhelaba en cuerpo y alma y sobre todo me enamoraba. Gianciotto lo intentó pero todo fue un rutinario compromiso, en cambio con Paolo habían surgido otros sentimientos desde el conocimiento. Dos cartas semanales llegaban a mis manos, en las primeras se disculpó por haberme besado aquel día, luego se retractó porque decía estar enamorado de mí a pesar de ser mi cuñado y que si accedía nadie se enteraría de lo nuestro.


A ninguna del primer mes respondí, luego fue inevitable ceder a mis convicciones del amor, no por querer cometer traición sino que con él había surgido un verdadero enamoramiento, como lo había imaginado varias veces. Al segundo mes de mi embarazo comencé a respondérselas, primero con vergüenza de que aquello pudiera ser leído por alguien que no debía, luego que me brindó seguridad que eso sería imposible, pues quienes iban y venían eran de su completa confianza, yo abrí mi alma completamente. Describí una y otra vez las sensaciones que me habían hecho sentir sus labios, su respiración, su sola presencia en la salita cuando venía con excusas a disculparse para solo verme. De este modo dimos inicio a un romance oculto por correspondencia. Su distancia no sé si fue por prudencia o simple coincidencia de los eventos, la razón que fuera era mejor así aunque deseaba verlo y mi corazón me preguntaba primero por él que por Gianciotto, así que debía aparentar que también había perdido todo contacto con él como el resto. Mi corazón inició la traición y yo solo le seguí los cautelosos pasos.


Esos meses me ayudaron a adueñarme del poder que me pertenecía. No es que fuera una completa reina pero estar casada con un condotiero me daba ciertos privilegios y aunque al principio me había negado a todo, también accedí a ese pequeño poder que se me otorgaba.


A poco más de mitad de mi embarazo apareció Paolo y su presencia me dio un calor inexplicable. En esa oportunidad estaban organizando algo, como siempre, ataques, alianzas y demás. Una semana después me citó por correspondencia a recorrer unos senderos para que llevara aire fresco y esa fue la excusa que di para salir sola a pesar que quisieron acompañarme, monté un pequeño acto y me gané la soledad esperada. A poco de iniciar mi recorrido apareció tras unos árboles y me atrajo hacia sí y me besó con desespero. Quise corresponderle pero estaba muy nerviosa todavía; asustada lo aparté y se contuvo. Se disculpó, la emoción lo atribuyó a las ganas que tenía de verme. Le hice saber que allí no, aún estábamos cerca de todo, así fue que nos adentramos en esos supuestos airados senderos, que en realidad parecían bosques inexplorados. Allí volvió a buscar mis labios y yo cedí porque también quería sentirlos. Sus manos comenzaron a recorrerme y mi cuerpo se comenzó a quemar. De golpe me detuve y Paolo lo notó. Me preguntó qué pasaba y le dije que aunque sí quería ese momento no deseaba que ocurriera allí a mitad del bosque. Él aseguro que nadie transitaba esos caminos a lo que renegué con lo mismo. Miró al horizonte y buscó en su memoria, sin decir nada me tomó de la mano y me dijo «Ven, por aquí». Atravesamos el costado del lado boscoso hasta encontrarnos una cabaña que parecía abandonada. Para asegurarse preguntó que si me parecía bien y asentí.
________________________________
Por sí se preguntan, sí, está a punto de ocurrir lo que imaginan. Entramos en etapa cumbre. Ya solo quedan 4 capítulos.
_______________________________

¿Te perdiste el capítulo anterior? Miralo aquí:  Capítulo 5.

Para seguir leyendo: Capítulo 7.
 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario